Balto, aún a riesgo de esta tristeza
Actualizado 8 de septiembre, 2024
El perro de mi hermano ha desaparecido hace ahora exactamente seis días. Un labrador de apenas un año de edad. Lo último que se sabe de él, es que estaba correteando por la era que pega a la casa de mis abuelos, a su casa.
¿Y qué pasó? Nadie lo sabe. Y lo que es peor, me temo que nunca lo sabremos. Lo más probable es que algún desalmado se lo llevara buscando hacer negocio; al parecer el robo de perros es un negocio en auge. Los deben utilizar, en el mejor de los casos, para su cría y venta ilegal. Un cachorro de la raza Labrador debe ser algo muy goloso y fácil de colocar en eso que llaman mercado.
Es entonces cuando se apodera de ti un sentimiento de rabia e impotencia, y lo único que deseas con toda tu alma es que el mundo se vaya a la mierda. A la mierda con sus sucios negocios y ese virus llamado dinero que lo infecta todo. Antes de que la sangre llegue al río, compartes una foto de Balto pidiendo colaboración y albergas una pizca de esperanza. Resulta que más de 1000 personas comparten la publicación.
Más de 1000 personas que sin conocerte de nada son capaces de ponerse en el pellejo de Balto y en tu pellejo. Por no hablar de los mensajes privados dando ánimos e interesándose por la situación.
A eso lo llamo yo solidaridad, lo llamo ser buena gente, lo llamo empatía y creéme, te toca la patata.
Tampoco voy a engañarte, nada alivia el vacío y la tristeza de la pérdida. Jamás pensé que llegaría a sentir algo así por un perro. De hecho nunca he sido de perros, pero te enamoran sin que te des cuenta. Balto concretamente enamoraba a cualquiera. Tan juguetón, tan trasto, tan leal y servicial. ¿Quién se iba a resistir a sus encantos?
Y sí, uno puedo caer en la tentación y decir que para estar sufriendo es mejor no tener perros. Puedo entenderlo.
Pero solo espero que tú no seas uno de esos. No seas de los que prefieren vivir en su burbuja de falsa comodidad, o de los que como diría Soldadito Marinero, prefieren caminar por la vida de puntillas. Involúcrate.
No te conformes con sobrevivir. Elige vivir y aún a riesgo de que duela, enamórate. Aún a riesgo de tener que pedir perdón, no pidas siempre permiso. Aún a riesgo de perderte, embárcate. Sal, juega y diviértete. Échale agallas a la vida, porque te aseguro que aún a riesgo de esta tristeza, estaré siempre agradecido a Balto.
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