Nostalgias

Entre idas y venidas se nos pasa la vida. Entre pasos en falso, ideas preconcebidas e intentos fallidos. De vez en cuando alguna alegría, el resto fracasos. Y así se nos va la vida. Sin darnos cuenta. Sin comprender que hay decisiones que no se pueden posponer. Sin entender que eso que dicen de que nunca es demasiado tarde no es del todo cierto.

Que a veces es ahora o nunca.

Que a veces hay que salir con lo puesto y sin arreglarse. Vestido hecho un trazas, como cuando te vas de fiesta con tus mejores amigos sin planearlo. Esas noches son las mejores.

Piénsalo. ¿Cuántas veces te quedaste con las ganas? Dime si no es verdad. Que te morías de ganas de hacer ese viaje, pero ¿y si no sale como espero? ¿y si lo dejamos para otra ocasión? Al final siempre te quedabas en casa «porque tenías cosas que hacer».

Lo mismo te pasó con esa chica del instituto o con esa carrera que era tu vocación.
¿Y si me dice que no? ¿Y si después no encuentro trabajo?

No vine aquí a dar lecciones y es verdad, puede que las cosas no siempre salgan como uno espera, pero créeme que hay cosas que salen mejor de lo que nunca imaginaste. Por suerte, eso ni tú ni nadie lo sabe. Imagínate lo triste que sería la vida si supieras todo lo que te va a pasar. Imagínate vivir sin casualidades.

Esas que te sorprenden un martes cualquiera, las que te dejan sin aliento,esas que colman tu inspiración. Adoro esos momentos. Saber que tu vida podía haber tomado otro rumbo cualquiera, pero estuviste en el lugar oportuno, a la hora adecuada. Benditas casualidades.

No encontrarás otra sensación igual. A veces necesitamos tan poco para ser felices. Se necesita tan poco para que nuestra vida cambie.

“Se dice que algo tan insignificante como el aleteo de una mariposa, puede ocasionar un huracán en el otro extremo del mundo.”

Aunque supongo que cuando uno es joven todo esto cuesta más apreciarlo. Las oportunidades se las encuentra uno hasta sin buscarlas y puede cometer el error de dejarlas pasar, de posponer subirse a uno de esos trenes.

Pero te vas haciendo mayor y la cosa cambia. Te das cuenta de que hay oportunidades que no pasan tan a menudo. Y que lo que a menudo se nos pasa es la vida. Te das cuenta que uno cambia o lo cambian. ¿Qué más da? El porqué es lo de menos, lo que importa es que uno ya no es el mismo, ni ya nada es lo que era.

Llegados a ese punto a uno le quedan dos opciones, lamentarse y dejarse llevar, o salir ahí afuera, tirar de coraje y atreverse a jugar.

Otras nostalgias

Nostalgias de la infancia

En estos días navideños las nostalgias no dejan de aflorar. La Navidad siempre será de los niños y por eso pienso en él: en mi yo de ayer.

Nostalgias de ese niño sonriente e inocente que siempre tenía edad para ciertas cosas porque luego resultó que las composturas había que guardarlas dependiendo de tu fecha nacimiento y que ciertas actitudes estaban reservadas a una edad. Convencidos de ello, los ingenuos se empeñan en llamarlo madurez. Un buen día comprenderán que no hay mayor madurez que ser fiel a uno mismo y que la edad es tan sólo un número.

Nostalgias de ese niño que no tenía que pensar en hacerse mayor, ni ir a la universidad, ni elegir una carrera con salidas, ni tampoco encontrar un trabajo estable. Porque luego resultó que la estabilidad no te la daba un trabajo fijo y que no hay lugar más inestable que trabajar en algo que no te apasiona.

Nostalgias de ese niño soñador, cuyo futuro ni era estable ni le importaba, porque su futuro no iba más allá de ir a comer dónde los abuelos o ir al parque a jugar. 

En esta tarde de invierno, fría y con niebla, me gustaría preguntarle a ese niño si estaría orgulloso de los pasos que di, si fui fiel a su instinto y sino lo está, sino está orgulloso de mi le rogaría que me lo dijese porque supongo que si por algo merece la penar luchar es por recuperar el alma de aquel niño sonriente e inocente.
Supongo que no hay mejor propósito que intentarlo, al menos por Navidad. Y que no se nos pase la vida.

Nostalgias de la infancia

Nostalgias de Navidad

Algún día acabarán contigo. Te adelantan, te manipulan a su antojo, te venden y se aprovechan de ti.
Se aprovechan de tu magia, de tu espíritu y de tus nostalgias.

Cada vez pesa más la urgencia de las compras, los compromisos vacíos y los protocolos. Va ganando terreno el quedar bien, el detalle sin sentimiento y las hipócritas felicitaciones. Deberás permanecer fuerte si no quieres que poco a poco vayan arrebatando tu alma los que se creen tus dueños sólo por vestir traje y corbata. 

Los mismos que juegan contigo se olvidan de tus raíces, se olvidan que fuiste época de esperanza, reencuentro y buenos propósitos. Que los regalos son importantes, pero sólo si salen de dentro. 
Que la magia de la Navidad está en los abrazos sinceros, en sentarse a comer rodeado de los tuyos o en los reencuentros con amigos que hace tiempo que no ves.

Son nostalgias de esa Navidad que nos quieren arrebatar… 

Mientras tanto, nostalgias de la distancia y …se nos pasa la vida.

Nostalgias de Navidad

Carta a la nostalgia

Querida nostalgia,

Han pasado ya 10 años. Sólo era un crío, un chaval inocente y timorato cuando te cruzaste en mi camino. Por suerte o por desgracia tuve que marcharme de casa para conocerte. Desde entonces no te has separado ni un segundo de mi.

Siempre has sido mi fiel compañera. En verdad lo eres de la mayoría, en especial de viajeros, exiliados y amantes de lo desconocido.
Debo reconocer que al principio me costaba entenderte, dejabas en mi un poso de tristeza difícil de superar. En ocasiones llegaste a suponer una carga demasiado pesada.

Con el tiempo no sólo fui perdiendo la inocencia (por desgracia), también fui aprendiendo a valorarte y apreciarte. Ahora un poco más viejo y calculador, creo que la vida sin ti perdería sentido.
Al fin y al cabo sólo tu conoces cada detalle de cada uno de los buenos momentos que viví.

Tú estas en mi familia y en mis amigos. Tú estas presente en ese banco, en esa plaza o en ese patio del recreo. Sólo tú apareces en cada foto del tablón. Incluso en un absurdo número o en una simple palabra te encontré.

Por eso querida nostalgia, aunque no tengas muy buena fama, me gustaría confesarte que pese a que vivas del pasado, fortaleces mi presente y das aliento a mi futuro.

Sinceramente,

Rubén

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